martes, 28 de febrero de 2017

Pico Aspe.

26 de Febrero de 2017
Vaya día que pillamos todos los que salimos al monte este finde. Y la nieve... una maravilla. Qué gustazo que nos dimos!
La nevada Magdalena. Más al Sur la sombreada Peña Oroel.
Pensad en un lugar cercano y que evite los atascos del valle de Tena en un fin de semana de postal... Exacto! la sierra de Aisa es un buen lugar. El Aspe, con sus 2640 mts, es el más alto de la sierra y aunque hemos subido otras veces, repetirlo merece la pena. Pensé que iba a haber nieve al final de la carretera, pero pudimos subir con el coche hasta las dos últimas lazadas. De allí en adelante, nieve discontinua hasta pasado el refugio de Saleras que dejaremos a nuestra izquierda antes de cruzar el barranco de Igüer. Aunque estamos a finales de febrero, el sol ya comienza a calentar como en primavera. La zona del embudo es paso clave y en el que ponemos cuchillas para progresar mejor por su inclinada pendiente. La nieve aquí aún no se ha transformado y se encuentra dura. Después, por amplias palas seguimos al norte hacia la base de un espolón rocoso. Llegados a un llano (2 horas) reagrupamos para seguir ahora de manera más suave hasta la brecha de la Garganta de Aspe (2427 mts) junto al pico de Llena de la Garganta. Subiremos por una amplia pala hasta la antecima del Aspe (3 horas), donde dejamos los esquís y podremos crampones para ascender los últimos metros, por nieve dura, hasta la cima (3,30 horas)
Desvío hacia Lecherines y valle de Rigüelo
Hacia el embudo con el pico de la Magdalena de fondo.
El embudo. Si lo cogemos por la izquierda, tal vez ya le haya dado algo el sol y no esté tan duro.
El Mesola al Oeste.
Tras el embudo vienen amplias palas.
Ángel con Jesusín "pretándole" fuerte a la bota.
Calor y nieve algo marrón, de una pasada nube de polvo africano.
Llegamos a la brecha. Enfrente, la amplia pala de la antecima. A la derecha, el Aspe.
Dejamos atrás (O) las paredes del Llena de la Garganta.
Subida final al pico Aspe.

Luismi en los metros finales.
Progresando desde la antecima.
José Luis, Jesusín, Luismi, Gabi, Chapas, Enrique y Ángel.
A pesar del calor en el recorrido, en la cumbre corría una brisa bastante fresca. Descendemos con cuidado hasta donde tenemos los esquís para bajar esquiando los mil metros que nos separan del valle. No quiero hacer sangre, pero la nieve estaba... IMPRESIONANTE. Que delicia!. Una capa de nieve transformada por el sol sobre el manto estable de lo acumulado.
Los primeros giros de la antecima.
Preciosas vistas al Sur.
Amplias y disfrutonas palas para el deleite.
Sí, es recurrente, pero el Aspe con buenas condiciones, es una maravilla para el esquí.

domingo, 5 de febrero de 2017

Camino de Santiago (100 últimos kilómetros del camino francés))

"Nada más pido: el cielo sobre la cabeza y el camino bajo mis pies."

16 de Enero de 2016
Sarria - Portomarín
El camino de Santiago se puede comenzar desde multitud de lugares. Yo iba sólo y pensé que para mi primera toma de contacto, partir desde Sarria podía ser una buena idea.
 ♫♪ Himno del Peregrino ♫♪ (No me lo tengáis en cuenta 😆)
Primer pilón kilométrico que me encuentro. Quedan 113,246 kms a Santiago de Compostela.
Hace ya muuuuchos años, en compañía de los Montañeros Salesianos, hice unas cuantas etapas del camino de Santiago aprovechando los festivos de Semana Santa. Según la credencial que todavía conservo, salimos del Somport hasta Sangüesa en el año 1994, de Sangüesa a Estella en 1995 y de Estella a Navarrete en 1996 y siempre en las vacaciones de Semana Santa. Puede que se continuase con parte del Camino, pero yo no fui más veces.
Teniendo una semana por delante, hacer las últimas etapas del camino de Santiago se me antoja una buena idea como plan a donde viajar en invierno sólo.
Desde Zaragoza es súper fácil marchar sólo. Hay un tren que pasa por Zaragoza a las 22:50, dejándote en Sarria a las 9 de la mañana del día siguiente. Es un Trenhotel donde por 110€ puedes pasar la noche viajando en cama o, por algo más de 40€, en asiento superreclinable con gran amplitud. El revisor te hace entrega de un kit de viaje compuesto por mantita, cepillo de dientes, dentífrico, antifaz... y te avisa 20 minutos antes de llegar a tu parada. Así que no hay que temer que se te pase la parada.
Pues lo dicho, a las 9 de la mañana en Sarria, con mi mochila a la espalda (no olvidarse el saco de dormir para los albergues de la Xunta!) y mi cabeza llena de ilusión, además de con algún que otro miedo. Lo primero que hago es meterme en el bar de la estación a tomarme algo caliente y a que me sellen la credencial como punto de inicio. Pregunto a la chica de la barra, con cierta ingenuidad, si la niebla tiende a levantar a lo que me responde que "puede". Me despido y me indica por donde puedo tomar las flechas amarillas que me lleven a Santiago.
Viendo el panorama, con la espesa y húmeda niebla, pienso que la cagué dejándome las polainas en casa porque está todo el terreno húmedo por culpa de la niebla, pero conforme ando el Camino, me voy dando cuenta de que para nada son necesarias. El Camino, al menos en enero que es cuando yo fui, se encuentra muy solitario y apenas coincides con gente.
Ponte da Áspera. Puente medieval sobre el río Cleiro a la salida de Sarria.
Pasarela de madera en el cruce de un arroyo.
Quien haya pasado por aquí no olvidará fácilmente este castaño.
El encanto de las vallas de espino y la niebla.
Los petirrojos, muy frecuentes y cercanos durante el Camino.
Entrando en el perímetro de la iglesia de Santiago en Barbadelo.
Estampa lúgubre en un día de niebla.
El camino discurre sinuoso...
y también en largas rectas.
y muchas veces...
al abrigo de los árboles.
el esfuerzo de lo cotidiano
Un gran paraguas ayuda a no mojarse de la niebla llorona mientras sacas a las vacas.
Hasta las mismas vacas se las ingenian para protegerse de la niebla.
Una alfombra de hojas caídas cubre el camino
Una de las muchas cruces que encontraremos en el camino.
Yo no creo en la meigas, pero haberlas, "haylas".
Llego al final de mi primera etapa. Son pasadas las 2 de la tarde, demasiado pronto para alguien que no lleva compañía en un pueblo como Portomarín, que en los meses de invierno parece que está hibernando. Hace 50 años, sus gentes tuvieron que marchar a las laderas de una montaña, porque un pantano iba a anegar sus casas y campos. Cruzando el puente sobre el rio Miño y gracias a la inusual carencia de lluvias, todavía pueden verse el antiguo puente y las antiguas edificaciones.
Puente que nos cruza al nuevo Portomarín
Embalse de Belesar.
Iglesia de San Juan en Portomarín. Trasladada piedra a piedra.


17 de Enero de 2017
Portomarín - Palas de Rei
Son 25 kms, un poco más larga que la anterior. La etapa en sí es muy agradable de recorrer aunque apenas me encontré a nadie por el camino.
El camino no deja de perder su encanto.
En Portomarín ya conocí a gente que está haciendo el Camino. Somos pocos, y casi todos coincidimos en el mismo albergue de peregrinos de la Xunta. Por precio y servicio es la mejor opción. Cada cual va saliendo con su grupo. Yo soy el último en abandonar el albergue pues no tengo prisa para recorrer los 25kms que me separan de Palas de Rei. Al comenzar, cojo el camino complementario que es mucho más bonito que el auténtico, que va por la carretera. Al poco rato, alcanzo a los ingleses Anne Patrice y su padre Jim. También me encuentro con Lee y Conrad, un par de surcoreanos que llevan un ritmo muy irregular después de tantos días de Camino y que ahora buscan como locos un sitio donde comer. En este tramo del Camino y por ser enero, los establecimientos están de vacaciones y no es posible parar a echar un bocado en ningún bar. No es hasta A Brea, a 3 kms de Palas de Rei, en donde paré a comer y además muy bien. Allí me encuentro a Salva, Ricardo y Juan, que han comido fenomenalmente de menú. Juan se despide para continuar camino pues piensa alargar etapa hasta Melide y de este modo adelantar su llegada a Santiago. Tal vez no nos vamos a ver... En el albergue, ceno y comparto un rato de conversación con Ricardo y su madre María. Que cosa más bonita que compartir el Camino con tu madre o tu padre ¿no?.  
Hórreo en Toxibo
Castro Prerromano en Castromaior.
Cruceiro de Lameiros. Por una cara representa la imagen de Cristo y por la otra la Virgen. La base representa la Pasión.
Iglesia de Santiago de Lesteiro
Iglesia de San Tirso en Palas de Rei.

18 de Enero de 2017
Palas de Rei - Arzúa
Son 29 kms, todavía más larga que la anterior. Aunque se frecuenta bastante los aledaños de la carretera en la primera mitad de etapa, llegar a Melide tiene su sabrosa recompensa.

La mañana está totalmente despejada y hace frío. Esta vez no salgo sólo, sino que lo hago con Dani, Cristian y su padre Juan. Ellos ya estuvieron el año pasado pero haciendo el Camino primitivo y andan a una marcha que me cuesta mucho seguir si tengo que parar a echar alguna foto. Al final me quedo descolgado aunque nos encontramos en Furelos, donde no pude entrar a ver el particular Cristo.  Llegamos a Melide, el ecuador de la etapa y hacemos un receso como marca la guía del buen peregrino, entrando a comer en un bar una ración de pulpo. Aquí nos juntamos casi todos los españoles que estuvimos en Palas de Rei y la cosa se alargó un poco más de la cuenta, resultando divertido sobre todo allá por el quinto chupito de hierbas... Para hacer el resto de etapa hasta Arzúa, salimos todos juntos, pero el grupo se irá distanciando hasta que nos juntemos todos de nuevo al final del día.
Escultura de peregrinos bailando a la salida de Palas de Rei
Por las calles de San Xulian do camiño.
En primer término: Un Cabazo para conservar el maíz. Al fondo, la iglesia de Santa María en Leboreiros
 Puente medieval en Leboreiros
Parada en Melide para comer pulpo y echar unas risas.
Paso empedrado sobre el río Catasol.
Iglesia de Santiago (otra más) en Boente. ¡Sellar!
Fotografía de postal bucólico pastoril.
Vereda entre eucaliptos a Casa Garea
Puente en Ribadiso da Baixo
Todos en el albergue de Arzúa con los coreanos en primer término.

19 de Enero de 2017
Arzúa - O Pedrouso - Santiago de Compostela.
En principio, mi idea era hacer la etapa normal de tan sólo 20 kms hasta O Pedrouso. El día anterior pensé en alargar 10 kms más hasta Lavacolla y finalmente me arreé 40 kms de tirón hasta Santiago de Compostela.
Camino así, no da pereza recorrer
Otro día que amanece frío, muy frío. El comienzo lo hago con Salva y Ricardo, pero el primero se adelanta para ya no verlo en todo el camino. Me quedo con Ricardo, pero yo no llevo muy buen día. Me duele la cabeza y me molesta el peso de la mochila sobre los hombros, así que en un momento en el que el sol empieza a calentar, le digo a Ricardo que me quedo a descansar en un pretil, comer algo y tomarme un ibuprofeno, porque ¿quién dijo que los peregrinos no se dopan?. He parado un buen rato, durante el cual veo pasar a una chica de Taiwan, que tiene 23 años y está haciendo el camino sola. Al rato, pasa un señor jubilado que empezó hace dos años el Camino desde Roncesvalles y que se lo va haciendo por etapas. También hablo con otro señor jubilado que va por la carretera y dice haberse hecho el Camino 15 veces. Va por la carretera porque va más cómodo, aunque reconoce que también es más corto. Es muy normal encontrarse con personas y entablar una pequeña conversación, generalmente relacionada con el Camino.
Llego a O Pedrouso pero no entro en el pueblo, sino que sigo por el camino que va por las afueras. Aquí, ya completamente solo, me pongo las pilas y cojo un buen ritmo, además de que el sol se ha nublado y hay que hacer los posibles para no quedarse frío. Pasado Cimavilla viene una cuesta y, ya enseguida, un monolito que indica que entramos en el municipio de Santiago, esto te da un empuje extra para seguir adelante. El objetivo final debe encontrarse cerca.... Mientras cruzo la pista del aeropuerto, deseo que en ese momento aterrice o despegue un avión al que pueda tirarle una foto mientras sobrevuela mi cabeza, pero no hay suerte. Pasado San Paio, tenía pensado hacer noche en el Albergue de Lavacolla (atienden fenomenal, al menos por teléfono) que se encuentra a 10 kms del final, pero me encuentro muy bien, así que decido seguir. La subida a Monte do Gozo se hace algo monótona por ser todo camino asfaltado y llegar arriba decepciona, pues todavía no se avistan las torres de la catedral.. Una vez allí arriba, piensas que ya lo tienes hecho, pero cruzar Santiago se me hizo eterno. Tal vez lo gris que estuvo el día, la acumulación de kilómetros y además hacerlos casi en solitario, me hicieron algo de mella.
Ermita de Sta. Irene, antes de llegar a O Pedrouso.
Más camino rodeado de bosque
San Paio de Sabugueira
Ya en el municipio de Santiago.
Mi sombra caminando hacia el Monte do Gozo.
Monumento dedicado al Papa J. Pablo II en su visita en 1989.
Las torres de la catedral con los andamios 😒 todavía.
Me dirijo a recoger la merecida Compostela. No hay nadie recogiéndola, en contraste con lo que debe ser esto en verano donde pueden pasar más de 2000 personas en un día. Después me paso por el albergue donde voy a quedarme a dormir un par de noches. Suerte la mía al encontrarme con Juan y poder degustar juntos unos mejillones rabiosos. Cómo picaban ¿verdad Juan?. El día siguiente lo dediqué a pasear por Santiago y comprar algunos regalos. Mientras, van llegando los Peregrinos que he conocido durante el Camino.
Sonrisa de peregrino recién llegado a Santiago de Compostela
Junto a Juan el día de la llegada.
Marco Amadei, una guía con piernas en el camino. Se ha hecho todos.
Fachada Sur de la Catedral
¿Sabéis qué? Ha sido menos de una semana y se me ha hecho muy corto. Una experiencia magnífica que sé que nunca olvidaré y que estoy seguro que volveré a realizar, pero a poder ser con más tiempo y más kilómetros. ¡Zagales! ha sido un placer conoceros y poder compartir con vosotros un cachito de Camino y de mi corazón. Y recordar siempre:
¡Ultreia y buen camino!